El sueño de la casa propia es cada vez más lejano, pero ahora, ni siquiera alquilar es una opción viable para miles de argentinos. Según un relevamiento de la agrupación Inquilinos Agrupados, el 30 por ciento de los inquilinos tuvo que abandonar su vivienda por no poder afrontar los aumentos descontrolados en los alquileres. El mercado inmobiliario, completamente desregulado por el gobierno de Javier Milei, se convirtió en un territorio hostil para quienes no tienen otra opción que alquilar.
Desde que el presidente derogó la Ley de Alquileres, la situación de los inquilinos se volvió aún más precaria. La falta de regulación permitió que los propietarios fijen precios a su antojo. La incertidumbre es total: contratos cortos, subas constantes y cláusulas abusivas se convirtieron en la norma, empujando a muchas familias a buscar alternativas desesperadas, como mudarse a viviendas más pequeñas, compartir departamentos o, en el peor de los casos, volver a la casa de sus padres.
El informe también revela que el 88 por ciento de los inquilinos cree que tendrá dificultades económicas para poder pagar el alquiler, una cifra alarmante en un contexto de caída del poder adquisitivo y salarios que no logran seguir el ritmo de la inflación. Mientras Milei insiste en que la “libertad de mercado” traerá soluciones mágicas, la realidad es que cada vez más argentinos quedan fuera del sistema habitacional.
A pesar de la crisis evidente, el gobierno no dió señales de intervenir para regular los precios o brindar asistencia a los inquilinos. En un país donde el acceso a la vivienda se vuelve un lujo, la falta de respuestas oficiales solo confirma que el ajuste lo paga, una vez más, la clase trabajadora.