Si algo le faltaba a Javier Milei era una denuncia por fraude bursátil. Esta vez no es solo una "opereta kirchnerista" ni un invento de los "zurdos". Ahora, la acusación viene de un exmagistrado federal que señala al Presidente por un escándalo financiero que huele a trampa desde lejos.

¿Manipulación del mercado? "¡Viva la joda!"

El exjuez Guillermo Tiscornia presentó una denuncia en los Tribunales en lo Penal y Económico, apuntando a Milei por "agiotaje" o fraude bursátil, es decir, manipular el precio de activos para que unos pocos se llenen los bolsillos mientras el resto se queda mirando.

¿Y qué hizo Milei para merecer esto? Pues, al parecer, su tuit con un hipervínculo a un token provocó un crecimiento disparatado de su cotización, y unos vivos que ya sabían lo que iba a pasar aprovecharon para vender y salir corriendo antes del derrumbe.

El plan maestro: el que avisa, no traiciona

Según Tiscornia, esta movida huele a estafa de manual:

1. Un grupo selecto tenía información privilegiada.
2. Milei suelta su tuit y el activo explota en valor.
3. Los "iluminados" venden todo a precios inflados y desaparecen.
4. El activo se desploma y los que entraron tarde se quedan con las manos vacías.
5. Básicamente, lo que en Wall Street te mete en la cárcel, en Argentina es solo otro martes en la gestión de Javier Milei.

La justicia le respira en la nuca

La denuncia cayó en el Juzgado Penal y Económico Número 6, a cargo de Marcelo Aguinsky, quien ya está pidiendo información a otros jueces sobre causas que involucren a Milei.

Mientras tanto, el fiscal Jorge Dahl Rocha decidirá si avanza la investigación o si, como suele pasar, la manda al cajón de "cosas que jamás se resuelven en Comodoro Py".

¿Y ahora? ¿El mercado libre también es libre de estafas?

La ironía de todo esto es que el Presidente que vende el "libre mercado" como la panacea está acusado de hacer exactamente lo contrario: manipularlo para que ganen siempre los mismos.

Pero bueno, en la Argentina de Milei, parece que la única regla es que el que no corre, vuela... y el que cree en su palabra, termina desplumado.